domingo, 20 de noviembre de 2011

¡Alerta Roja!

Europa vive en estos momentos una situación bastante complicada. La desconfianza de los mercados en las economías europeas más débiles acaba de alcanzar niveles máximos desde que diese comienzo la crisis económica. Y es que algunos países como España e Italia han visto cómo su prima de riesgo se ha disparado a niveles muy delicados, ambas muy por encima de los 450 puntos básicos.

Una situación muy delicada que en el caso español se trasladó en el mercado de deuda, que tuvo que colocar unos 5.200 millones de euros en letras del tesoro a un vencimiento de 12 y 18 meses, ambas con un tipo de interés superior al 5 por ciento. Pero no ha sido el único título que ha sufrido su semana negra. El interés exigido por el bono español a diez años se disparó el pasado jueves a niveles récords rozando el nivel crítico del 7 por ciento. Y es que se trata de una impactante carga en el tipo de interés que ha crecido hasta un 33 por ciento desde el pasado año. Un lastre más para la economía española que aún tiene pendiente cumplir sus objetivos de déficit con la Unión Europea.

Recordemos que los niveles actuales de la prima de riesgo española e italiana fueron el punto de no retorno para Grecia, Irlanda y Portugal. Países que han tenido que ser rescatados, que ahora mismo viven una situación de máxima austeridad y necesitarán al menos una década para recuperar los niveles previos a la crisis.

Menos mal que el Banco Central Europeo ha decidido intervenir en los mercados secundarios una semana más para apaciguar el chaparrón que ha caído, en especial en esta última semana, sobre Italia y España, cuyas primas de riesgo no han disminuido por debajo de los 400 puntos a pesar de esta intervención. Una situación que pone en cuarentena a ambas economías ya que la prisma de riesgo no ha dejado de crecer en los últimos meses, dejando en evidencia la fragilidad de la economía española.

Ahora, con el cambio de Gobierno veremos si la llegada de nuevos aires frena las fauces del mercado que amenaza con llevarse por delante la economía española. Las medidas de austeridad serán más que una obligación para la nueva clase política, que deberá hacer uso de los temidos recortes para contener el gasto e intentar contentar a los inversores.

El 20-N podría marcar un punto de inflexión sobre la economía española, pues veremos si las medidas de austeridad que impondrá el nuevo Gobierno servirá para levantar la castigada economía española.

domingo, 23 de octubre de 2011

Con el barro en las rodillas

La sequía crediticia se ha convertido en uno de los problemas más importantes para la supervivencia de las pequeñas y medianas empresas, y por lo tanto, para la creación de empleo en nuestro país. Las entidades de créditos imponen duras condiciones a los integrantes de nuestro débil tejido empresarial, que necesitan urgentemente de capital crediticio para poder engrasar la maquinaria que mueve su negocio.
Y es que no es raro hablar con cualquier empresario y conocer de primera mano que tras largos años de dedicación en el mundo de los negocios y amplias relaciones cordiales con sus bancos de toda la vida en tiempos de bonanzas, ahora deben deambular entre entidades para conseguir la aceptación de un crédito que permita la continuidad de su actividad.
La falta de dinero ha obligado a numerosos empresarios a dejar en la calle a miles de trabajadores, nominas sin abonar y procesos judiciales interminables al no poder cumplirse las partes contractuales que existían hasta entonces entre empresa y empleado.
Situaciones que se han convertido en algo más que habitual con la llegada de la crisis, que derribó ya una vez la “fortaleza” crediticia de bancos y entidades de todo el mundo y que ahora parece cebarse con la estructura financiera de Europa. Y es que en los últimos meses Europa ha mostrado la cara más débil de su sistema financiero debido al estancamiento de Alemania, la locomotora de Europa, los problemas de deuda soberana que sufren los países periféricos, los recortes en la calificación crediticia y el cuestionamiento internacional de la moneda única.
Problemas que el viejo continente no ha conseguido atajar con el paso del tiempo ante la falta de acuerdos que existen entre los dirigentes europeos. Es más, han ido a peor. No por la debilidad del sistema sino por el acoso de los mercados, que ha conseguido acabar con los principales pilares que sujetaban su economía.
Ciñéndonos al tema de la sequía financiera, hace unas semanas la Comisión Europea anunció un plan para volver a recapitalizar las entidades financieras europeas además de las asfixiantes exigencias que ahora se imponen a las entidades, lo que podría ahogar (aun más si cabe) el estancado crédito.
Una nueva situación financiera que deja con una mano delante y otra mano detrás a las entidades españolas, que ya vivieron en su momento un proceso de reestructuración y recapitalizaciónes.
Exigir más capital supone dejar menos recursos para el flujo del crédito. Para que nos entendamos: los bancos tendrán menos dinero para prestar a sus clientes empresarios para que puedan ejecutar sus proyectos y contratar nuevo personal.

domingo, 16 de octubre de 2011

¿Y qué pasará después?

Las cuentas públicas españolas han experimentado un aumento considerable de su deuda tras el inicio de la crisis económica. El Gobierno español empleó buena parte de dinero público en invertir en infraestructuras locales y comarcales con el objetivo de dar empleo y contrarrestar los efectos del desempleo, que amenazaban la estabilidad económica del país. Las cajas de ahorro fueron convocadas a un proceso de reestructuración, de fusiones y compras, saneando aquellos activos tóxicos que amenazan al sistema financiero español. España no tuvo más remedio que incumplir los objetivos de déficit establecidos por la Eurozona, ya que las arcas del Estado no recibían los ingresos previstos mientras que el gasto público se disparaba para hacer frente a los enormes costes sociales con el fin de mantener “a flote” a millones de desempleados que subsisten gracias a las ayudas de desempleo. Esto era tan sólo el inicio de la crisis en España.
A nivel mundial, los mercados empezaron a cuestionar la viabilidad de algunos países europeos dada su enorme deuda económica y a sus incumplimientos con los objetivos de déficit. Las grandes agencias de calificicación estadounidenes comenzaron a rebajar la nota crediticia de algunos países europeos como Grecia, Irlanda y Portugal. Las primas de riesgos de estos países se dispararon hacía máximos récords, llevando a Europa a su rescate financiero. A día de hoy ninguno de estos países ha conseguido reflotar de su situación económica, incluso se habla de bancarrota en el caso del país heleno, a pesar de sus intentos por recortar en sueldos públicos e incluso tener que despedir a miles de funcionarios. Ante esta hecatombe europea España decidió hacer los deberes. Aplicó un recorte del 5 por ciento en el sueldo de los funcionarios públicos, puso en marcha la reforma laboral, cambió la Constitución y permitió a los empresarios encadenar contratos temporales indefinidalemente. Ante el excesivo gasto que se ha realizado en las administraciones autómicas y locales, los partidos han tenido que hacer uso de la tijera para recortar presupuestos e incluso en algunos casos, llegar a una situación de impago de nóminas a sus propios empleados.
Una situación insostenible que parece no tener una solución clara. ¿Austeridad o gasto? Es la pregunta del millón.
Lo que está claro que la austeridad a secas no es suficiente para levantar el país, hacen falta políticas de inversión en ámbitos como la educación y la investigación, apostar por la eficienca y la competitividad para generar una tejido productivo acorde a las nuevas necesidades del mercado. Una apuesta que los futuros dirigentes de este país parecen haber olvidado...

domingo, 9 de octubre de 2011

¡Marchando una de recapitalización!

El sector bancario ha disfrutado durante muchos años de lujuria económica, borracheras especulativas y prostitución financiera, rindiéndose a los pies del mejor postor. La espuma del champán representaba el éxito de las operaciones económicas de las grandes corporaciones, cuyos beneficios se disparaban a la misma velocidad que su tapón de corcho cuando se abría la botella por primera vez. Aquellos eran otros tiempos, donde los humildes trabajadores eran felices con su vivienda hipotecada y con su sueldo mileurista, ajenos a las ostentosidades que vivían los señores del mundo financiero. Nadie sabía lo que era una agencia de calificación ni una prisma de riesgo... hasta que llegó la crisis económica.
Los gobiernos de las grandes potencias económicas tuvieron que salir al rescate de decenas de entidades financieras, que estuvieron al borde de la bancarrota. Algunas como Lehman Brothers no tuvieron tanta suerte.
La máquina del dinero se puso en marcha para inyectar miles de millones de dólares a estas entidades para sanar sus activos tóxicos, que ponían en peligro la economía mundial.
Con el fin de garantizar una transparencia financiera, Europa puso en marcha en 2010 los famosos test de estrés, que reflejaban las debilidades y fortalezas financieras del sector bancario. Unas pruebas que parecían ofrecer a inversores y dirigentes una garantía de que el sector financiero estaba haciendo los deberes.
Una realidad digna del espejo mágico de la bruja del famoso cuento de Blancanieves, que amenaza con precipitarse contra el suelo y romperse en mil pedazos.
La falta de mecanismos de control ha sido la base para que numerosos altos cargos del sector bancarios siguieran aprovechándose de las retribuciones económicas, sueldos escandalosos, pensiones insultantes y beneficios que se sitúan entre lo gore y lo insultante.
Y es que casi tres años después me encuentro con la noticia de que el sector bancario europeo ha iniciado una segunda ronda de recapitalización, como si el dinero naciera de los árboles. Los gobiernos recortando el Estado de Bienestar mientras los bancos tienen vía libre para tomar dinero público.
Dexia, una de las entidades financieras que tuvo la mejor nota en los test de estrés realizados este verano, ha sido la primera entidad en acceder a las ayudas para su recapitalización. España ha negado que ninguna entidad vaya a formar parte de esta ronda de bebidas financieras pero Caixanovagalicia tiene todas las papeletas de ser la siguiente.
La pésima gestión de su alta dirección ha sido la causante de que sus cuentas estén a un paso de acabar en el fondo de un contenedor de basura.
Y hablando de desperdicios, la agencia de calificación Fitch acaba de asignarle la peor calificación existente después de que el Fondo de Reestructuración Ordenada Bancaria (FROB) tomase el 93 por ciento de la entidad. Mientras tanto, algunos de sus ya ex directivos han recibido indemnizaciones millonarias de por vida. Algunos pobres ahorradores están a punto de perder lo poco que les queda mientras que unos listillos viven a golpe de talonario, disfrutan del golf y de una buena comilona en el mejor restaurante de Santiago de Compostela.
Así que parece que nos espera revivir los efectos de la recapitalización bancaria. Dinero por doquier para los ricos mientras que a los pobres no nos queda más que organizar una revolución que tumbe las ostentosidades del sector bancario, y particularmente, las del “señor” Goldman Sachs.

martes, 4 de octubre de 2011

Oportunidad chilena

El país andino se ha convertido en un importante refugio para importantes compañías, pequeños empresarios y españoles en situación en desempleo, que han visto en este país sudamericano la oportunidad perfecta para escapar de la crisis y encontrar un futuro prometedor, al menos al corto plazo.
Las cifras hablan por sí solas: el PIB experimentó un crecimiento de 5,3 por ciento en 2010 y un 9,8 por ciento en los seis primeros meses del presente año. Datos que han convencido a miles de españoles a hacer sus maletas para apostar por esta prometedora tierra, donde también comparten idioma. Según los datos del INE, en 2008 había unos 11.000 españoles viviendo en tierras andinas. Hoy día, se estima que son más de 50.000 los que viven en el país.
El terremoto que azotó al país en febrero de 2010 ha permitido crear numerosos puestos de trabajo relacionados con la reconstrucción de Chile. Una oportunidad de inversión que están aprovechando numerosas empresas españolas, a través de procesos de licitación internacional. Y es que, según los datos dados a conocer por el ICEX (Instituto Español de Comercio Exterior), más de 190.000 viviendas han sido destruidas, unos 4.000 colegios están gravemente dañados y unos diez puentes necesitan ser reconstruidos.Otro de los focos de inversión del país andino es el sector minero, principal motor de la economía chilena, que necesita de una profunda renovación para seguir en primera fila.
Las compañías españolas interesadas en su internacionalización también han puesto los ojos en Chile. Gracias a los tratados que existen entre ambos países, el 95 por ciento de las exportaciones no tuvieron que pagar aranceles, lo que ha permitido que España se convierta en el segundo inversor en este territorio, tan sólo por detrás de Estados Unidos.
Se trata de un filón de oportunidades empresariales que el empresario debe analizar con sumo cuidado sino quiere estrellarse. Antetodo deberá analizar si su modelo de negocio tendría éxito en el país andino, ver el estado de la competencia y comprobar si existen inversores interesados.
Ante esta movilización empresarial española en el país sudamericano, el ICEX ha organizado el III Foro de Inversiones y Cooperación Empresarial España-Chile para el próximo 29 de noviembre, un encuentro donde se reunirá más de 400 empresarios españoles y cientos de inversores del país.
Un oasis financiero que muchos empresarios castellano-manchegos deberían tener en cuenta a la hora en su actividad exportadora antes que destinos como Portugal y Francia, debido a los grandes beneficios que les reportará a medio y largo plazo.

lunes, 12 de septiembre de 2011

En el ojo del huracán

Un temporal arrecia sobre la economía mundial. Desde que la directora del Fondo Monetario Internacional, Christine Lagarde, señaló los riesgos de que la economía europea y estadounidense podría entrar en una nueva recesión, las bolsas han comenzado ha precipitarse de nuevo, las primas de riesgo española e italiana han comenzado una peligrosa carrera ascendente (superando los 300 puntos básicos) y el oro vuelve a alcanzar un nuevo récord en su valoración.
Los últimos datos sobre la economía mundial no son nada esperanzadores. Alemania, la gran locomotora europea, vive un momento de debilidad. El estancamiento de la economía constituye un hecho real. Tan sólo queda un falso recuerdo del fuerte resurgir de la economía alemana durante el año pasado, que creció a un ritmo del 3,6 por ciento gracias a las exportaciones.
El consumo mundial vive en estos momentos una situación crítica. La demanda se ha congelado, ya no hay más dinero para gastar. El caso de Estados Unidos es similar. La producción industrial también se ha paralizado en un momento crucial. Cuando estábamos encauzados la senda de la recuperación, la palabra “recesión” parece resonar más fuerte.
Un fantasma que vuelve a resurgir cuatro años después, el inicio de caos financiero. Ya veíamos con lejanías el fenómeno de las hipotecas subprime y los bonos basura con calificación máxima. Sin embargo, los efectos siguen hoy día más que presentes.
Millones de personas han perdido sus puestos de trabajo, sus viviendas, se encuentran endeudadas hasta las cejas mientras algunos listillos y cegatos hablaban de recuperación financiera.
Los gobiernos, el Banco Central Europeo y el Fondo Monetario Internacional han invertido decenas de miles de millones de dólares en salvar macroentidades financieras, se han nacionalizado bancos y se ha inyectado un importante capital en mantener lo que ya parece ser insostenible: el sistema capitalista.
Un dinero que no ha servido para reactivar la actividad bancaria, ni siquiera para solucionar los problemas de liquidez que desde el principio de la crisis han estado más que presentes. Ni siquiera los bajos tipos de interés han dado sus “brotes verdes”.
La brecha entre ricos y pobres se ha ensanchado considerablemente. Las clases medias han visto como sus impuestos se han elevado considerablemente, reduciendo su poder adquisitivo, lo que ha tenido un efecto dominó sobre el consumo mundial y sobre el índice de producción. Una espiral sin final que ha conseguido devolvernos en una situación incluso peor que la inicial.
Y la pregunta del millón: ¿Qué deben hacer los gobiernos? ¿Sacar la tijera y poner en marcha un plan de austeridad? ¿O seguir invirtiendo dinero para que la máquina económica no se paralice?
Nadie parece contar con la esperada solución a todo este macro lío económico. Lo único que sé es que todos hemos vivido muy por encimas de nuestras posibilidades, hemos gastado hasta el dinero de nuestros nietos y algunos todavía siguen viviendo un estilo de vida que no se pueden permitir. Ahora, aquí están las consecuencias. Espero que todos (incluidos políticos y economistas) aprendamos de esta situación.

domingo, 28 de agosto de 2011

¡Ser fijo es un lujo!

Con el objetivo de reducir el paro juvenil y dotar de mayor flexibilidad al mercado laboral español, el Gobierno ha puesto sobre la mesa nuevas medidas encaminadas a ampliar la temporalidad de los contratos de manera ilimitada, al menos hasta que el empleo se estabilice.
Una medida que seguramente será aplaudida por empresarios y criticada por sindicatos, que permitirá que los contratos basura se extiendan como una infección contagiosa por el panorama español. Hasta la fecha cualquier trabajador que estuviese contratado dos años en un periodo de 30 meses adquiría la condición de fijo. Pero parece que ésto está a punto de cambiar.
¡Y es que ser fijo hoy día es un lujo, señores! ¡Y ser funcionario es un título de prestigio! La crisis económica ha generado en nuestro país un problema muy grave: la necesidad de encontrar trabajo al precio que sea. Es tal la desesperación que algunos están dispuestos a aceptar cualquier puesto laboral renunciado a sus derechos y por el salario mínimo interprofesional. ¿Es ésta la sociedad del bienestar que queremos? Ya sólo falta que trabajemos gratis o incluso tengamos que pagar por nuestro desempeño laboral. En tan sólo cuatro años hemos pasado de la bonanza económica a una situación de penuria laboral, donde más de cuatro millones de parados buscan un empleo de manera desesperada. Miles de empresarios y autónomos han tenido que cerrar sus negocios, en muchas ocasiones ante la falta de créditos y liquidez.
¿No debería Zapatero enfocar sus medidas a potenciar el sector empresarial facilitándoles el acceso a créditos, reduciendo el plazo de los Ayuntamientos a abonar los servicios prestados a estas compañías, que en muchas ocasiones tienen que esperar hasta más de dos años para ver un duro? ¿Y que pasa con los emprendedores? El Gobierno parece haberlos dejado en el olvido. Apenas existen medidas que faciliten la creación de nuevas empresas (algunas de las pocas ayudas que existen están destinadas a emprendedores menores de 30).
Y a la hora de conformar una nueva compañía, el empresario debía realizar largos trámites costosos hasta hace unos ocho meses. No ha sido hasta diciembre de 2010 cuando el Gobierno de Zapatero puso en marcha un decreto que permite a los nuevos empresarios realizar los trámites necesarios para constituir, de manera telemática, una microempresa en 24 horas por tan sólo 100 euros. Una medida que realmente hacía falta y que apenas se ha dado a conocer entre los españoles.
Por otro lado, el líder del Ejecutivo debería pedir un sacrificio a las grandes empresas con beneficios que destinasen parte de sus ganancias a financiar, mediante alguna tasa, parte de los programas de formación profesional, tal y cómo ocurre en Alemania. Una iniciativa que beneficiaría enormemente al mercado laboral y que finalmente repercutiría positivamente en el entramado empresarial gracias a la calidad de la formación del personal, que posteriormente pasarían a trabajar en el seno de estas grandes empresas. España debe aprender de sus errores en el mercado laboral, flexibilizar la creación de empresas y contratos, sin necesidad de sacrificar las condiciones del trabajador.